Que la cancha de fútbol, en donde pasó gran parte de su infancia y adolescencia, quedara ubicada al costado de la cárcel del municipio de Santa Rosa de Osos pudo parecer una casualidad. Pero hoy, ese contacto con las personas privadas de la libertad, la experiencia de reconocerlas como cualquier persona y de verlas practicando labores cotidianas de jardinería puede entenderse como el nacimiento de su vocación.
Aunque el centro penitenciario era más bien pequeño -su capacidad no superaba los cien presos-, se distinguía porque el tamaño de su huerta era muy grande. Por eso, para Fernando Tamayo Arboleda las personas privadas de la libertad que allí estaban se volvieron cotidianas, cercanas, eran sus vecinos de juego, que se dedicaban a cuidar cosechas y a devolverles el balón cuando se desviaba hacia allá.
“Ellos estaban ahí, viéndonos jugar. El balón se nos caía en la cárcel y eran ellos quienes nos lo pasaban. Siempre tuve una sensación muy particular y es que para mí los presos nunca fueron personas extrañas o peligrosas”.
Fue precisamente esa experiencia personal la que lo llevó, a sus 15 años de edad, a decidirse por el Derecho. “Creía que esa profesión me daría más oportunidades para moverme en la sociedad y no lo lamento. No entendía esa relación de la sociedad con la cárcel. Para mí, el preso era el señor que me saludaba, que me pasaba el balón”.
En la Universidad siempre estuvo muy cercano al derecho penal en general y sobre ese eje ha girado su ejercicio profesional, no solo como docente e investigador, sino también como funcionario judicial en juzgados penales de Medellín. “Desde que me dedique a la investigación y a la docencia, hace más de 10 años, siempre he estado en derecho penal, sociología, criminología y en temas de prisiones trabajando con poblaciones vulnerables. En especial, con personas privadas de la libertad”.
Volviendo a casa
Después de dos años, el profesor Fernando Tamayo regresa al Grupo de Prisiones como director. “Es una experiencia hermosa por dos razones en particular. La primera, por la Universidad: soy doctor en Derecho de Los Andes, dicté clases en la Facultad de Derecho y fui asesor de esta clínica jurídica hace algunos años (entre el 2018 y el 2020), así que es maravilloso estar de nuevo acá. En lo personal, volver al Grupo es reencontrarme con cosas que había abandonado, es tener la oportunidad de transmitirles a los estudiantes la pasión por este trabajo”.
Entre otros temas relevantes, enfocará su trabajo en reforzar dos áreas que considera muy importantes dentro de la gestión de la clínica jurídica. Una de ellas es lograr una mayor vinculación con colectivos e instituciones que realizan observación de derechos humanos en las cárceles, lo que le permitirá al Grupo participar más en las veedurías que hace la sociedad civil. “El Grupo lo venía haciendo de una manera muy independiente; sin embargo, para poder magnificar el impacto, así como la cantidad de datos que tenemos disponibles, es necesario tener más conexiones con otros organismos que hacen cosas similares a las que nosotros hacemos”.
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Además, buscará incentivar, en las y los estudiantes que hacen parte del Grupo, el deseo de publicar las investigaciones que realizan durante el año que están en Consultorio Jurídico. “Ellos generan muchos insumos sobre temas que no son tan relevantes en la opinión pública, pero sí muy relevantes desde el punto de vista de la población privada de la libertad. Pueden ser documentos accesibles dentro de los repositorios de la Universidad, para darle más visibilidad a su trabajo”.
Todas y todos los estudiantes que ingresen a Consultorio Jurídico para cursar su último año de carrera (noveno y décimo semestre) son bienvenidos al Grupo. “Convocamos a entrevistas para conocer los intereses de los estudiantes en temas relacionados con prisiones y que tengan vocación hacia ese servicio en particular. No todo es calidad académica y conocimiento jurídico; este es un espacio que requiere de un componente humano muy fuerte”.
El nuevo director está convencido de que hacer parte del Grupo de Prisiones es una oportunidad única para trabajar con población privada de la libertad, vivir experiencias de transformación en la vida, romper estereotipos y formas de pensar. “Es un proceso de humanización que no se consigue en los libros, ni viendo videos, ni escuchando música; se consigue yendo a la prisión”.
Fernando León Tamayo Arboleda, abogado de la Universidad de Antioquia, también es magíster en Derecho Penal de la Universidad Eafit. |
Destaca como uno de los más recientes logros del Grupo de Prisiones, su participación e incidencia para que la Corte Constitucional declarara la inconstitucionalidad del Acto Legislativo 1 de 2020, que reformaba la Constitución para permitir la prisión perpetua.
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