Escribir esta entrada de blog no es fácil. Las feministas somos criticadas constantemente desde todos los frentes, incluyendo el mismo feminismo. Las críticas provenientes de este último pueden ser agotadoras. Pese a esto creo que resulta necesario preguntarse por la ética de trabajo feminista, las largas horas, el perfeccionismo, el sacrificio, la soledad frente a un colegaje que parece surgir solo para los grandes eventos….. Tal vez esta sea sólo mi experiencia… no sé….
A principios de septiembre “Somos Jacarandas”, una fundación de mujeres que lucha por el derecho al aborto libre, por los derechos sexuales y reproductivos, por una vida libre de acoso sexual, y que además hace activismo digital, publicó a través de Instagram un especial para darle voz a contratistas de la Secretaría Distrital de la Mujer. El tema del especial estaba referido al difícil ambiente de trabajo que se vive en la entidad.
Para entender el contexto, es necesario, en primer lugar, señalar que la Secretaría Distrital de la Mujer es una entidad abiertamente feminista. La misma es producto del cabildeo del movimiento social de mujeres en Bogotá. Esto es importante porque creo que las mujeres, por ser mujeres, no somos las únicas responsables del cambio institucional, pero sí creo que una organización feminista tiene la obligación de preguntarse constantemente por la forma en que sus apuestas organizacionales reproducen la violencia que pretenden combatir.
El mundo del trabajo es difícil para las mujeres. Hay muchas profesiones que son hostiles a lo “femenino”, por ejemplo, las periodistas que cubren las guerras, esconden la violencia sexual que sufren, para no perder sus puestos o ganar la reputación de ser débiles o incapaces frente a sus compañeros[i]. Para no ir tan lejos, hay grandes firmas legales en las que los clientes piden ser atendidos por hombres, petición que es atendida sin cuestionamientos.
En virtud de esto, no pretendo pedirle a una mujer que ha experimentado dificultades para iniciar y ejecutar su profesión -en un espacio laboral que ha sido moldeado y socializado históricamente desde la visión patriarcal- que sea la heroína, la salvadora de todas las profesionales que vienen detrás . No sería justo, no se le puede hacer responsable de los cambios que deben adoptarse en las estructuras sociales con una larga tradición androcéntrica[ii]. No obstante, como feministas creo que sí es importante mirar hacia dentro. Una mujer por el hecho de ser mujer no es ni feminista, ni entiende las brechas de género, ni cómo combatirlas. Debido a esto, algunas personas nos hemos preparado para comprender, teorizar y atender estas brechas. En consecuencia, es nuestra obligación cuestionar la forma cómo tratamos a nuestras colegas ¿Respetamos su dignidad o por el contrario las tratamos como simples medios para los fines del movimiento?
Mi propósito con esta entrada de Blog es plantear como la falta de cuidado al interior de lugares de trabajo feministas transita por lo menos por tres razones: 1. La permanencia del sacrificio como parte de la subjetividad de las mujeres; 2. Las imágenes que tenemos de las personas víctimas, aquellas que sí son merecedoras de nuestro cuidado y comprensión; y 3. las formas como están organizadas las entidades, las empresas, los negocios, las cuales están permeadas por una lógica patriarcal.
Pese a las innovaciones en la esfera legal y social, la autonomía económica, los logros laborales o académicos, las mujeres no nos hemos apropiado siempre de nuestros derechos. En virtud de ello, un estudio realizado por la Universidad de Antioquia llama la atención sobre la idea del sacrificio y como esta constituye la subjetividad femenina[iii]. Estos resultados me permiten explicarme a mí misma las reacciones que adopté frente a varios episodios en mi paso por la Secretaría Distrital de la Mujer.
Me reconozco como una mujer feminista y empoderada, que en la actualidad adelanta un proceso de investigación doctoral sobre el acoso laboral. Pese a ello, mi labor en la Secretaría Distrital de la Mujer tránsito por largas horas laborales. En una ocasión me llamaron enfáticamente la atención por quedarme dormida un viernes a las 12 de la noche sin aprobar un trámite en la plataforma SECOP. Esta situación despertó en mí el sentimiento de culpa, al punto de agachar la cabeza y pedir perdón, pese a que era consciente de que la situación se derivó de una semana laboral -que podía iniciar desde las 6 a.m.- con reuniones diarias de más de 7 horas.
La ausencia de “sacrificio” es en sí incompatible con el trabajo. Esto se debe a que se considera que afecta la productividad. La lucha por disociar sacrificio y trabajo requiere una conquista subjetiva de aplomo y decisión que hemos empezado a ver en los centennials con la “Renuncia silenciosa”. Sin embargo, cuando se trata de las feministas el “sacrificio” no es una cuestión de mera productividad, en nuestro caso el sacrificio es un ideal, se trata de la entrega sin condiciones de nuestro trabajo, nuestro tiempo, nuestra energía y nuestras elecciones más personales como don al movimiento, por encima del auto cuidado y el de nuestras colegas. Esto puede deberse a que muchas de nosotras cargamos el complejo de “salvadoras”.
En este punto me permito cuestionar lo siguiente: ¿A quiénes consideramos merecedoras de nuestro cuidado y comprensión? La respuesta a esta pregunta parece estar permeabilizada por el igualitarismo de la suerte que requiere de quien es digna de ayuda, una víctima del infortunio, de la peor de las suertes, una persona que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Esto significa separar a las personas entre quienes consideramos dignas de ayuda, y aquellas que deben “soportar” la situación debido a que saben que cuidar de otras mujeres requiere de la entrega irrestricta en alma, vida y corazón, sin descanso ni respiro.
Esto me lleva a plantear que las entidades feministas deben procurar contar con una estructura diferente. Es decir, una estructura institucional que priorice el cuidado de sus funcionarias. Esto puede sonar esencialista; sin embargo, no es un secreto que las ciencias de la administración y de la organización institucional se encuentran permeadas por el androcentrismo y el machismo. Por eso, es un campo de batalla para el feminismo lograr que sus organizaciones e instituciones materialicen una cultura del trabajo empática y solidaria con aquellas mujeres comprometidas con el cuidado de las demás
Ps: Jesucrista y diosas, que no me pase lo de Jerry Maguire[iv] porque tengo cero energía para emprender.
*Abogada, magíster y candidata a doctora en Derecho de la Universidad de los Andes con más de 10 años de experiencia en el sector público y privado en derechos de las mujeres, transversalización del enfoque de género y feminismo
[i] Carreño Malaver A, Guarín Aristizabal A (2008) La periodista en Colombia: radiografía de la mujer en las redacciones [Tesis para optar al título de comunicadora social con énfasis en periodismo] Repositorío Institucional-Pontificia Universidad Javeriana
[ii] Gallego, J (2013). De reinas a ciudadanas. España, Ed Aresta
[iii] Gallo, H. Jaramillo Burgos, A. López, R. Ramírez, O. (2010) “Feminidades. Sacrificio y negociación en el tiempo de los derechos” . Universidad de Antioquia
[iv] Crowe, C. (Director) Jerry Maguire, seducción y desafío(1996). [Film]