Las investigaciones sobre los efectos diferenciados del cambio climático han sido muy claras en enfatizar que las mujeres y niñas enfrentan impactos severos por los desastres provocados por ese fenómeno. Al respecto, un informe sobre el tema que se presentó en 2023, con el auspicio de ONU Mujeres, en aras de ofrecer una síntesis completa de la problemática, nos deja algunos datos interesantes: Por ejemplo, se prevé que el cambio climático podría empujar a la pobreza a 158 millones de mujeres y niñas en todo el mundo (16 millones más que el número total de hombres y niños).[2]
Debido a esa y otras problemáticas climáticas, el lunes 4 de diciembre del 2023 fue un día dedicado a hablar de género en el evento político más importante del año para el sector ambiental: la Conferencia de las Partes en su edición número 28 (COP28), de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC); la cual se realizó en Dubái – Emiratos Árabes Unidos (EAU). Aunque la cifra citada devela una problemática compleja, todavía hay una brecha de datos diferenciados sobre mujeres y cambio climático para entender a mayor profundidad cómo se ven afectadas por desastres climáticos como las sequías, inundaciones y destrucción física de instalaciones por huracanes o tornados (conocidas formalmente como pérdidas y daños). Es decir, si bien se han dado avances paulatinos, es importante mantener la temática como una prioridad. Frente a ese panorama, vale la pena preguntarse: ¿Cómo ha evolucionado la incorporación del género en el derecho internacional ambiental?
Para contestar esa pregunta habría que considerar muchos escenarios e ir más allá del cambio climático, pero es posible destacar algunos datos interesantes. El primero, es que, aunque ya vamos en el año veintiocho de la CMNUCC y de este tipo de negociaciones, en realidad, solamente desde 2011 se aceptó oficialmente la circunscripción de mujeres y género como grupo oficial [3] [4]. También, es importante destacar que las mujeres suelen ser minoría en las delegaciones de cada país[5] ; hecho que generó polémica frente a la participación femenina en la COP de este año 2024, que se realizará en Bakú, Azerbaiyán[6]. Igualmente, cabe recordar los inicios de este tipo de activismo que, en la COP13 de 2007, en Indonesia, emprendió la tarea de movilizar redes en aras de que las mujeres delegadas lograran tener un impacto más fuerte y pudieran participar con mayor facilidad en las negociaciones.[7] A partir de ese momento la misión parecía muy sencilla, pero, sin duda, trascendental: presionar a los gobiernos y grupos de interés para que incluyan el género en los Acuerdos.
En todo caso, años han pasado y aunque el posicionamiento de las perspectiva de género dentro de la CMNUCC ha sido positivo, pues pasó de ser ciega al género en 1992, a un Programa de Trabajo de Lima sobre Género que cumple 10 años este 2024, todavía podría seguir mejorando[8]. La adopción del programa de trabajo de Lima, junto con su plan de acción de género, ha facilitado avances en aspectos críticos destinados a promover el empoderamiento de las mujeres tanto dentro del proceso de toma de decisiones climáticas como en la ejecución de acciones climáticas sensibles a cuestiones de género.
Este breve recuento muestra cómo el derecho y el género convergen en las negociaciones internacionales de cambio climático cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Pero, la verdadera utilidad de estos foros es que después puedan nutrir instrumentos de política pública como El plan de Acción de Género y Cambio Climático de Colombia, que recoge las directrices nacionales al respecto. Todo este trabajo, sin duda, nos permite identificar nuevos objetivos a futuro; por ejemplo, ampliar las consideraciones de género a personas queer[9] y grupos LGBTI que todavía no tienen un protagonismo significativo en las discusiones climáticas. También, para no perder de vista que la discusión sobre ambiente y género debe romper con tonos esencialistas o de virtud y vulnerabilidad y pasar a convertirse en una propuesta cada vez más ambiciosa y transformadora que no sea solamente sobre las mujeres, sino que de paso a pensar soluciones innovadoras de cambio climático ancladas en la ética del cuidado. Lo anterior, para insistir en que, sin lugar a duda, el derecho internacional ambiental[10] puede ser y seguirá siendo una cuestión de género[11].
Diana Carolina Montaño Junco
Politóloga de la Universidad de los Andes. También egresada de la Maestría en Sociología de la Universidad de los Andes e investigadora y comunicadora en temas de raza, género, cambio climático y ambiente. Activista en iniciativas ecofeministas/antirracistas y asociada de Diplomacia en la organización Transforma.
[2] Turquet, Laura (2023), “Feminist Climate Justice: A Framework for Action”, New York: UN-Women, (https://www.unwomen.org/en/digital-library/publications/2023/11/feminist…)
[3] Un poco antes de la COP 17 en Sudáfrica ese mismo año 2011. Este tipo de reconocimiento permite que los países y otras organizaciones puedan trabajar los temas con mucho más rigor y enviar conceptos o submissions/sumisiones al respecto. Por ejemplo, este año 2024 se van a incluir aportes de diferentes partes interesadas sobre el programa de trabajo mejorado de Lima y su plan de acción de género, así como un análisis reflexivo del trabajo futuro que se realizará en materia de género y cambio climático. Lo anterior, de cara a la COP29 de 2024.
[4] Flavell, Joanna (2023), Mainstreaming Gender in Global Climate Governance, Routledge Studies in Gender and Environment, p. 9, (Mainstreaming Gender in Global Climate Governance: Women and Gender Co (routledge.com))
[5] La asistencia y participación equitativa de mujeres y hombres en las delegaciones de las negociaciones de cambio climático es un área de seguimiento sobre el cual la organización Women’s Environment and Development Organization (WEDO) tiene muchas herramientas y estadísticas desde 2008. La participación de las mujeres tiende a ser más alta en las delegaciones de América Latina, Europa del Este y Europa Occidental, a menudo entre el 45% y el 50%, y la más baja en África y Asia, al ubicarse entre el 30% y el 35%. Puede revisar más al respecto para considerar la participación de cada país aquí.
[6] Carrington, Damian (2024), Women added to Cop29 climate summit committee after backlash (https://www.theguardian.com/environment/2024/jan/19/women-cop29-climate-summit-committee-backlash)
[7] Röhr, U. (2008). GENDER AND CLIMATE CHANGE: NETWORKING FOR GENDER EQUALITY IN INTERNATIONAL CLIMATE CHANGE NEGOTIATIONS – UNFCCC COP13/CMP3. Berlin : gendercc – women for climate justice.
[8] El logro del 2023 se originó en el diálogo de alto nivel el 4 de diciembre, que culminó con el anuncio de una nueva Asociación de Acción Climática y Transiciones Justas con perspectiva de Género, la cual fue respaldada por más de 60 países.
[9] En la actualidad, cuando se habla de personas queer, generalmente se refiere a individuos cuya identidad de género, orientación sexual o expresión de género se sitúa fuera de las normas sociales convencionales. Esto puede incluir a personas homosexuales, bisexuales, pansexuales, transexuales, no binarias, género fluido, entre otras identidades no normativas.
[10] Una gran parte de este Blog se inspira en este libro que aborda el tema a mayor profundidad y que recomiendo leer para entender mejor la temática: Flavell, Joanna (2023), Mainstreaming Gender in Global Climate Governance, Routledge Studies in Gender and Environment, (Mainstreaming Gender in Global Climate Governance: Women and Gender Co (routledge.com)
[11] Muchas organizaciones abogan y divulgan información sobre género, ambiente y cambio climático. Si está interesado en profundizar y leer más al respecto. Puede seguir las siguientes ONGs y sus sitios web: Transforma, WEDO y IUCN.