La violencia sexual ha estado en el corazón de la movilización feminista al menos en los últimos veinte años. Se ha insistido que la sexualidad “es lo conectado a uno de los reductos más preciados de las relaciones interpersonales, donde se vuelcan aspectos esenciales de la propia identidad” y, por eso, se ha predicado que la violencia sexual lesiona la libertad, entendida en sentido amplio, de cada individuo. Estas convicciones han inspirado una miríada de transformaciones de las normas penales, así como del procedimiento penal y, en particular, de las reglas de evidencia. Este libro interviene en este renovado debate sobre la violencia sexual con reflexiones a lo largo de tres ejes. Aborda en primer lugar el problema de las definiciones de la violencia sexual y sus efectos. La segunda parte incluye reflexiones sobre la reforma legal feminista en materia de violencia sexual. El tercer y último apartado se dedica a diversas explicaciones sobre la violencia. Aunque las feministas han sido prolíficas en señalar la responsabilidad del patriarcado, los autores cuyos textos se incluyen aquí se rehúsan a aceptar que esta explicación estructural esté completa.