Por primera vez, las voces de las personas que trabajan en labores domésticas, que en América Latina suman alrededor de 14 millones (91 % mujeres, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo –OIT-, 2021) y que día a día deben lidiar con un sinnúmero de violencias en el transporte urbano, fueron reconocidas como una de las 50 voces feministas más notables del mundo, gracias a una investigación que se viene realizando en la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, a cargo de la profesora Valentina Montoya Robledo.
En su quinta edición, la publicación Remarkable Feminist Voices in Transport – Female Changemakers for Sustainable Mobility, de Women Mobilize Women, Transformative Urban Mobility Initative (tumi) y de la Agencia de Cooperación Alemana, incluyó el proyecto transmedia Invisible Commutes, que recoge numerosos testimonios y retrata las experiencias de viaje de trabajadoras del hogar en Colombia y en otros países latinoamericanos como Perú, México y Brasil.
Entre sus hallazgos principales se evidencian múltiples dificultades que estas mujeres deben enfrentar durante sus desplazamientos, entre estas: demasiado tiempo dedicado en tránsito, altos costos, falta de seguridad vial, problemas de salud y de género (acoso sexual), problemas raciales y diferentes tipos de violencias cotidianas, como robos, golpes y gordofobia.
Según la Encuesta de Movilidad de Bogotá 2015, las trabajadoras domésticas son, por ocupación, las que más se demoran en transporte público diariamente en América Latina. “En Bogotá pueden tardar hasta 7 horas en sus recorridos diarios, en Medellín hasta 4 horas ida y vuelta, en Sao Paulo hasta 5 horas y en Lima hasta 6 horas”, explica la profesora Valentina Montoya.
Agrega que “el problema de los recorridos largos es profundamente grave porque tiene que ver con la manera en la que se planean las ciudades. Los barrios de más altos ingresos, que son donde la mayoría trabaja, tienen muy mal transporte público. Eso pasa en toda Latinoamérica y tiene que ver con que los planeadores de transporte olvidan que el trabajo de cuidado, que es lo que ellas hacen, es trabajo, y no solo amor como ha sido considerado”.
Los recorridos de los hombres son pendulares, de la casa al trabajo y viceversa; los de las mujeres, poligonales, debido a las múltiples paradas que deben hacer en un mismo día para realizar distintas actividades de cuidado diferentes a su labor como trabajadoras domésticas, entre estas, llevar a los hijos al colegio, comprar alimentos o asistir a una consulta médica.
Un proyecto innovador
La investigación, que inicialmente comenzó con recursos propios y que actualmente cuenta con el impulso del Fondo de Apoyo a Profesores Asistentes de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad de los Andes, hace visible lo invisible: permite que las trabajadoras domésticas sean las protagonistas del proyecto, con sus voces, vivencias y opiniones.
“A ellas nadie les había preguntado sobre la ciudad porque se cree que, como están en las casas, si tienen un problema es dentro de la vivienda. Pero, en su mayoría, son externas (83 % en Colombia, en 2017). Eso quiere decir que todos los días deben atravesar la ciudad para llegar a sus lugares de trabajo”.
De acuerdo con la investigadora, el proyecto, además, puso en evidencia que las ciudades “nunca han estado construidas para el cuidado, que el transporte no ha estado construido para el cuidado y que es un momento importantísimo para cambiar la manera en la que pensamos las ciudades”.
Lo que viene
Formar parte de las 50 voces feministas más importantes del planeta en temas de género y transporte -entre las que se encuentran la alcaldesa de Bogotá, Claudia López Hernández; la canadiense Leslie Kern, referente en planeación de ciudad con perspectiva de género y Paola Tapia Salas, exministra de Transportes y Telecomunicaciones de Chile-, llevará al proyecto de la profesora Valentina Montoya a un proceso de expansión a todo el sur global.
Además, la investigación -que inició en el 2020- comenzará a preguntarse sobre proyectos de infraestructura de transporte concretos. “Es lo que vamos a empezar a hacer en Bogotá con el tema del Metro y del corredor verde de la Carrera Séptima. Esto es clave cuando hablamos de participación ciudadana. Se piensa que todo el mundo participa y no es verdad. Las trabajadoras domésticas nunca han tenido voz para participar en nada esto, aunque ellas están directamente afectadas por la mala planeación”.
¿Qué es una ciudad para el cuidado?
“Es una ciudad donde hay rampas, buen transporte, iluminación, donde los ciclistas no van por la parte del peatón, donde los niños pueden caminar tranquilos en un parque, donde la trabajadora doméstica puede llegar a una casa sin tener que pasar siete horas en un bus y tiene tiempo para estar con su familia, donde la ciudad no solo es de día, sino que también puedes ser una ciudad de noche en la que no se siente temor de ser asesinado. Hacia ese camino debemos ir”, concluye la investigadora uniandina.
Invisible Commutes utiliza una variedad de medios que incluyen material audiovisual, episodios de podcasts (de una duración de 3 a 10 minutos), infografías, fotografías, blogs, artículos de opinión y trabajos académicos para mostrar las experiencias cotidianas de las trabajadoras del hogar, que constituyen el 20 % de las trabajadoras asalariadas latinoamericanas. |