Oportunidades económicas e inserción laboral, cambio climático, salud mental, emprendimiento y derechos humanos son cinco de los temas que más preocupa a la población migrante venezolana joven.
Para hallar soluciones viables y respuestas oportunas a estos desafíos, la diáspora joven venezolana se concentró recientemente en la Universidad de los Andes, y por primera vez en Colombia, en el evento Plan País Connect, con el fin de consensuar una agenda global de jóvenes, de la mano de organizaciones, líderes y personas que trabajan por el bienestar de esta población.
“Nos reunimos para poder conocer, de primera mano, cuál es la perspectiva y la realidad que tienen las juventudes migrantes venezolanas que hacen vida no solo en Bogotá sino en Colombia. Sabemos que las juventudes tienen una serie de desafíos estructurales en todas partes de América Latina y del Caribe, pero si a esos desafíos se les agrega el hecho de ser una persona migrante o refugiada, son más difíciles de poderles encontrar una solución”, explica Carlos Carrasco, integrante del equipo organizador de Plan País Connect.
Los resultados de la agenda global se darán a conocer el próximo año, el 12 de febrero de 2023, en el Día de la Juventud en Venezuela. El propósito es publicar un informe que refleje la discusión, el diagnóstico y las propuestas de las juventudes alrededor de la región, que sirva como un mecanismo de incidencia para las instituciones públicas y como documento de consulta para las organizaciones internacionales.
La cara joven de la migración
Colombia es el país de América Latina con más venezolanos. De los 7.1 millones de migrantes y refugiados alrededor del mundo provenientes del vecino país, en nuestra nación se concentra el 35.21 % de esta población, que, en su mayoría, corresponde a gente joven.
Juan Pío Hernández, director ejecutivo de la ONG Plan País y miembro fundador de la Red Global de la Diáspora de Venezuela, opina que existe una variada gama de situaciones. “Hay una juventud que sale en una situación muy vulnerable, que busca sobrevivir y lo hace por medio de la informalidad o a través de emprendimientos, quieren integrarse y quieren trabajar. También tenemos otra juventud que sale a estudiar y a continuar su formación académica y profesional, que está creciendo y mostrando su talento a nivel internacional. Hay otra juventud que ya salió con sus estudios de Venezuela y que viene a integrarse a los diferentes campos laborales”.
Son personas que están dispersas por la mayoría del territorio nacional, principalmente en Bogotá, ciudad que ha acogido a más de 500.000 personas migrantes y refugiadas de esa nacionalidad, es decir, alrededor del 22 % de la población que se encuentra en Colombia.
“Toda la migración, en general, es joven: se concentra entre los 18 y menos de 50 años de edad. Allí se concentra el grueso de todas las diásporas en el mundo, es decir, en las edades productivas y reproductivas, y sobre ellos recaen todos los problemas y dificultades que significa movilizarse, regularizarse, encontrar trabajo, generar recursos. Sufren las mismas consecuencias que toda migración al llegar a un nuevo país”, explica Tomás Páez Bravo, coordinador del Observatorio de la Diáspora de Venezuela y miembro de equipo directivo de la Red Global de la Diáspora de Venezuela.
De acuerdo con Laura Dib Ayesta, directora de la Clínica Jurídica para Migrantes (CJM) de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, y quien también es venezolana, son personas que enfrentan los mismos problemas que el resto de la población migrante, “acceso a regularización migratoria, reconocimiento de su situación de necesidad de protección internacional, acceso a la educación, a la convalidación de títulos, a oportunidades laborales, entre otros”.
A pesar de estas y otras dificultades que deben enfrentar, la diáspora venezolana ha logrado establecer, en el mundo, más de 1.000 organizaciones que les dan la mano y que desarrollan actividades en distintos frentes, entre estos: programas de atención humanitaria, inserción, información, regularización, acceso a la salud, acceso a la educación, programas para la empleabilidad, emprendimiento, entre otros. “Son organizaciones que se ocupan no solo de los que están llegando, sino de los que dejaron atrás. Toda migración deja atrás a hijos, hermanos, niños, jóvenes, padres. En el caso de Venezuela, se han dejado atrás a más de 1.500.000 niños y jóvenes”, anota Tomás Páez Bravo.
Aporte de los jóvenes a los países de acogida
Para Juan Pío Hernández, el prime de los jóvenes es una gran oportunidad para los países receptores porque son fuente de innovación, renovación y de ideas nuevas; además, agregan dinamismo a las economías y a las sociedades que los reciben.
“El aporte que hacen los venezolanos a Colombia –no pensemos solamente en el tema del petróleo, las cadenas de medicina que existen, las cadenas en alianzas entre emprendimientos colombo-venezolanos, las productoras de maíz o aquellas que trabajan en el área del cuero- el aporte que han hecho en términos de emprendimientos o en términos de trabajo -pensemos en la recolección de flores o de café-; pensemos en toda la demanda agregada que significa que 2.500.000 consumen un tinto o un sándwich, un autobús, luz, no importa en qué estrato vivan, consumen unos metros cuadrados de apartamento y eso es demanda agregada que compensa y que es un aporte impresionante al Producto Interno Bruto (PIB) colombiano”, agrega Tomás Páez.
Está convencido, además, de que Colombia es el país que está dando el ejemplo en el mundo de cómo se gestiona una diáspora. “La estrategia de regulación, de saber dónde están, de saber qué tienen, de conocerlos, certificarlos y de abrirse a la regulación es la mejor forma de aprovechar ese capital humano que está aportando a Colombia”.
El evento Plan País Connect: Agenda Global de Jóvenes – Bogotá fue organizado por la ONG Plan País, la Red Global de la Diáspora de Venezuela, Ávila-Montserrate, el Derecho a No Obedecer, la Corporación Otraparte, Barómetro de Xenofobia y la Fundación Memorial Víctimas del Comunismo, en alianza con la Clínica Jurídica para Migrantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes.