Celdas, rejas, patios, paredes y garitas, pueden describir lo que tradicionalmente se entiende como un centro de reclusión. Sin embargo, la Colonia Agrícola, como se le conoce al centro penitenciario ubicado en Acacías (Meta), ofrece una visión distinta y casi impensable de las cárceles.
Allí, es posible ver a las personas privadas de la libertad trabajando en proyectos productivos como la cría de aves de galpón, la siembra y recolección de alimentos, el cuidado de ecosistemas o la manutención de la colonia misma, extendida por hectáreas verdes que reciben a personas privadas de la libertad en este lugar, catalogado como de ‘mínima seguridad’.
Por esto, y con la visión de que promover el desarrollo de las personas privadas de la libertad y transformar su futuro en oportunidades para la reconstrucción de sus proyectos de vida después de prisión, la Clínica Jurídica Grupo de Prisiones de la Facultad de Derecho Uniandes, en alianza con otras organizaciones, ha venido desarrollando acciones de impacto, a través de diferentes líneas de trabajo como la educación.
Así lo destaca Valentina Díaz Moya, Directora de la Clínica Jurídica, quien enfatiza que “este tipo de propuestas permiten repensar la privación de la libertad en espacios de desarrollo de habilidades, de aprendizaje técnico y de generación de proyectos productivos basados en relaciones de confianza. Es un modelo único en el país que ha dado resultados muy positivos”.
Por eso, a través de formación, talleres y ahora una donación de tableros, pupitres, mesas y sillas, la Clínica Jurídica adelantó una jornada de dotación para salones, la biblioteca y los espacios de proyectos productivos, con el fin no solo de permitir contar con recursos apropiados para que las mujeres del campamento central puedan tomar clases, sino para fortalecer los procesos de resocialización.
“Hemos venido trabajando con este centro de reclusión, en donde se reciben a personas próximas a recuperar su libertad, en capacitación, acompañamiento jurídico y en formación para idear y pensar en proyectos de emprendimiento y creación de pequeños negocios. Ahora con la donación de elementos de estudio, vendrá una segunda fase con expertos que les puedan asesorar para concretar esas ideas y estructurarlas como posibilidades reales”, explicó Valentina.







Además, destacó que este proyecto ha permitido involucrar otras iniciativas de la Universidad y externas, como la participación del grupo estudiantil Reconstruyendo Caminos que, tras su participación en el modelo de Nacional Unidas en la Universidad de Harvard, recibió financiación para apoyar la formación de personas privadas de la libertad, así como el proyecto Latente, que ha compartido la experiencia de materializar sus historias de vida en la cárcel, en productos comunicativos.
Para los estudiantes Sofía Mendoza (Derecho) y Santiago Arboleda (Administración), “esta experiencia ha sido profundamente enriquecedora, poderosa y valiosa. Nos permitió no solo compartir nuestro conocimiento sino también aprender las historias y fortalecer nuestro compromiso de aportar un granito de arena en sus procesos de resocialización. Como estudiantes que vienen construyendo este sueño hace más de una año, ha sido conmovedor ver cómo cada idea, cada propuesta y cada taller que hemos podido desarrollar ofrece la posibilidad de un cambio real. Al guiarlas y acompañarlas en la creación de proyectos productivos, conectamos nuestras propias aspiraciones con la transformación de sus proyectos de vida”.
Así mismo, la coordinadora del Grupo de Prisiones, aseguró que “queremos seguir apostándole a transformar los proyectos de vida de las personas privadas de la libertad a través de la educación y, así mismo, ampliar la capacidad de la Universidad y su impacto a nivel regional. También es importante reconocer el enfoque de género y las difíciles condiciones que enfrentan, en este caso, las mujeres, al momento de cumplir sus penas, sobre todo de cara a la manutención de sus hijos y sus roles de cuidado. Es nuestro trabajo y nuestra misión por lograr un impacto que es posible con la generación de conocimiento y la educación”, concluyó Valentina.