Por: Juan Manuel Amaya Castro
El director del Semillero de Derecho, Comercio & Globalización inaugura este blog y ofrece una breve reflexión sobre el estado de la economía política global durante el tercer año de vida del semillero.
A finales del 2021 nos reunimos Sara Dangon, Rodrigo Correa y yo para discutir los detalles del proyecto que veníamos conversando desde hace un buen rato. Los tres trabajábamos en temas relacionados al comercio exterior, al comercio internacional, con interés en temas de inversión extranjera y un sesgo afectivo frente al papel de varias de las instituciones internacionales. Nos unía también un deseo de aportar al fortalecimiento de la capacidad nacional, tanto del Estado como de los actores privados y de sociedad civil, de navegar los océanos jurídico-políticos de la economía global en un momento en que estos se están volviendo cada vez más turbulentos. En nuestra opinión, era necesario fortalecer, en el contexto colombiano, el conocimiento y la consciencia de todo lo que sucedía internacionalmente y que tarde o temprano nos afectaría. Concretamente quisimos aportar espacios de información, análisis y debate, y ayudar a fortalecer una comunidad epistemológicamente conectada con los sucesos institucionales y normativos globales. Quisimos también desarrollar la capacidad investigativa del número significativo de estudiantes que, año tras año, mostraban interés en saber más de estos temas. Nació así, con esa misión, con esos objetivos, el Semillero de Derecho, Comercio & Globalización.
No fue fácil elegir el nombre del semillero, ya que debía tener la justa combinación de enfoque e inclusividad. Además, siempre fuimos conscientes que nociones como “comercio”, o “economía”, o la misma “globalización”, tienden a tener dinámicas de sub- y sobre-inclusión. Es más: todas estas categorías se desbordan entre sí. Es muy difícil hablar de comercio y no hablar de inversión extranjera y no hablar de dinámicas jurídicas transnacionales, medio ambiente, derecho laboral, derecho administrativo, et cetera. La palabra comercio tenía un toque clásico que nos llamó la atención, con su evocación del intercambio y de todas las cadenas relacionales que existen entre personas y a través de las fronteras. Es además un termino que, por ahora, se ha salvado de demasiado exegesis académico, lo cual nos recordaría de nuestra vocación de hacer puentes entre y con los múltiples actores, públicos y privados, gremiales y de sociedad civil, nacionales, extranjeros e internacionales, a los que queremos incluir en nuestras tareas y a los que buscamos servir con nuestros esfuerzos.
El semillero ha sido un espacio abierto que ha albergado a varios estudiantes y a amigos que comparten vocación y causa. Decidimos darle forma a un Comité Asesor de personas que nos quieren apoyar y varios de ellos ya han aportado a nuestras actividades. En particular, debo resaltar la contribución de Claudia Orozco, quien desde Bruselas ha estado muy presente y ha dirigido a un proyecto de investigación con unas estudiantes muy talentosas. No faltan también los profesores de planta, como Mauricio Salcedo, Juan David Barbosa y Adriana Vargas. Ellos son un activo para el semillero que cuidamos con mucho cariño. No hay sino que mirar todos los conversatorios y conferencias y ver todas las personas que han aportado para apreciar que un semillero es una comunidad y un esfuerzo colectivo. Estamos siempre agradecidos y hacia adelante seguiremos invirtiendo en la producción colectiva de conocimiento.
Si bien podemos apreciar dos años muy productivos, también es claro que hay mucho por hacer. El ya mencionado océano jurídico-político de la economía global se está moviendo mucho; hay nuevas corrientes poderosas que aún no han definido su rumbo. Desde donde estamos podemos apreciar las múltiples incertidumbres y panoramas cambiantes. Se ha hablado últimamente de “el fin de la globalización”, “la policrísis”, “el retorno de la geopolítica” y de los cambios “geoeconómicos”. Conversaciones sobre la OMC tienden a tener un tono pesimista y el ambiente frente al comercio internacional, y también frente al arbitraje de inversiones, está cambiando, para bien o para mal, pero con poca claridad sobre lo que nos espera después. Por todas partes, igualmente para bien o para mal, se ve un incremento en el unilateralismo y en las dinámicas complejas de la geopolítica. Por otro lado, si bien el sistema multilateral construido en los últimos 50 años se ha visto relativamente frágil, también es evidente que es insuficiente para enfrentar los retos que ahora enfrenta la humanidad: la crisis ecológica, el cambio climático, la transición energética, la instabilidad financiera global. Ya se ha calculado que los cambios necesarios para evitar un incremento de la temperatura global más de 2 grados centígrados cuestan menos que la posible reducción de hasta 19% del ingreso global si no se hace nada. Sin embargo, es muy difícil ver la estructura jurídico-política internacional que pueda movilizar las voluntades políticas necesarias para actuar de manera rápida y eficaz. Por todo esto sigue siendo esencial trabajar para un mejor entendimiento de todo lo que está pasando en el mundo. En esta tarea sólo ha crecido la vocación del Semillero.
Se pueden identificar los dos énfasis principales de nuestras actividades alrededor de dos temáticas generales. Por un lado, están los esfuerzos, muchos de ellos unilaterales para “enverdecer” la economía política global. Desde las legislaciones europeas que buscan imponer un deber de debida diligencia a las inversiones y las importaciones de sus empresas, pasando por la trazabilidad que se impone desde el derecho de consumidores, la internalización de causas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) hasta los mercados de bonos de carbono. Todos estos temas los hemos venido explorando y los seguiremos analizando. El segundo eje se enfoca más en los regímenes que afectan las exportaciones y las importaciones en Colombia, en particular el tema de las medidas sanitarias impuestas por la Unión Europea como los remedios comerciales que Colombia está buscando aplicar frente a lo que considera prácticas comerciales que nos afectan indebidamente. Igual aquí hay mucho más por hacer, y consideramos que Colombia se debe poner las pilas. Y así hay muchos otros temas por abordar.
Este blog nos ofrece un espacio para intensificar nuestra tarea y cubrir más temas. Los estudiantes jugarán un papel importante y así seguirán contribuyendo a que la información sobre estos fenómenos tan importantes para el país sean cada vez más accesibles.
[Este artículo fue publicado por el Blog de Derecho, Comercio & Globalización]