“Si ganar títulos internacionales y tener buen desempeño en los campeonatos continentales fuera el requisito necesario para poder tener una liga estable, en estos momentos no existiría el fútbol masculino en Colombia” (Vanessa Córdoba).
RESUMEN
En este breve texto se hace un recorrido por los principales retos y avances en materia de reconocimiento y ejercicio de derechos laborales de las jugadoras de la Selección colombiana de fútbol.
DESARROLLO
Si bien desde finales del siglo XX las mujeres han buscado espacios para jugar fútbol, su práctica fue prohibida en algunos países y no sería sino hasta 1971 que la UEFA encargó a sus respectivos asociados la gestión y fomento del balompié femenino. Así, la historia de la participación femenina en el fútbol es muy reciente. De tal suerte, la primera edición de la Copa Mundial Femenina de Fútbol se jugó en China en 1991 y no entró como deporte olímpico sino hasta 1996 y tocaría esperar hasta 2009 cuando finalmente se disputó la primera Copa Libertadores femenina. En Colombia, la liga profesional femenina tuvo su primera temporada en 2017, pero su desarrollo ha sido irregular y ha enfrentado muchas dificultades como su reciente cancelación a pesar de los excelentes resultados obtenidos por la tricolor.
Bajo ese contexto, en materia laboral persiste una marcada diferencia entre las condiciones de trabajo de los hombres y las de las mujeres en el fútbol. En el plano internacional, por ejemplo, solo el sueldo de Neymar en el PSG equivale a la suma de 1.693 futbolistas mujeres de las de las ligas más importantes de Europa y México. Sin embargo, ante esta situación solamente en Estados Unidos se ha logrado un acuerdo sobre igualdad salarial entre hombres y mujeres. Por su parte la FIFA, si bien ha hecho algunos esfuerzos como: i. La suscripción de la Declaración de Brighton Más Helsinki sobre mujer y deporte en 2015, ii. La celebración del memorándum de entendimiento con ONU Mujeres en 2019 y, iii. El diseño de programas de profesionalización del fútbol femenino; no cuenta con mecanismos que promuevan una igualdad real con respecto al fútbol masculino.
En el caso colombiano, si bien no existe un régimen laboral distinto entre hombres y mujeres para la práctica de este deporte, las mujeres enfrentan mayores dificultades para ejercer sus derechos debido a la corta duración de la liga que condiciona el tiempo de sus contratos. Según un reciente informe de Acolfutpro sobre las condiciones laborales de las futbolistas, para el torneo de 2022, gracias a la modificación del Reglamento que obligaba a que por lo menos 15 futbolistas por club tuvieran un contrato, el 70% de las jugadoras contaron con contrato para disputar los partidos de la temporada y al resto se les garantizaron auxilios económicos. De los 17 equipos analizados en el informe, solamente dos (América de Cali y el Deportivo Cali) garantizan contrato hasta el mes de diciembre, el resto de los equipos tuvieron contrato hasta junio y algunas hasta que fueran eliminadas del torneo, lo cual implica una gran presión por los resultados ante el riesgo de perder los contratos de trabajo y con ello toda su vinculación laboral. Mientras no tienen vínculo laboral, las jugadoras que no tienen contratos en otros países se dedican a recoger chatarra, cultivar fresas o ejercer trabajos de cuidado para sobrevivir.
A esta falta de ingresos y de estabilidad laboral se suman las denuncias con respecto a las condiciones de trabajo: falta de asignación de uniformes (varios clubes otorgan uniformes usados de las ligas masculinas juveniles), entrenamiento en canchas sintéticas, programación de horarios de partidos a medio día en lugares con altas temperaturas, pocas transmisiones de los partidos, escasos recursos dirigidos al pago de viáticos, e incluso, cobros para que las futbolistas puedan participar en los torneos. Estas denuncias han sido realizadas por grandes figuras del fútbol femenino como Natalia Bedoya, Vanessa Córdoba, Daniela Montoya y Yoreli Rincón, entre otras. Denuncias que derivaron en que ninguna de ellas volviera a ser llamada a la Selección colombiana de fútbol y, hoy enfrentan un veto sin ninguna regulación o sanción hacia quienes lo impusieron.
Ante situaciones como esas, los avances jurisprudenciales han sido escasos. Se destacan dos fallos de la Corte Constitucional en los cuales no solamente se sancionó a quien cometió los actos de discriminación hacia las mujeres futbolistas, sino que se hizo un llamado para emprender medidas efectivas que aseguren condiciones dignas en la práctica del deporte rey. El primero de ellos es la sentencia T-366 de 2019 en el cual la Corte analiza el caso de María Paz, una niña que jugaba como arquera en el equipo Dihnos de la Liga Pony Fútbol 2018 y cuyo equipo fue eliminado a pesar de tener el derecho a avanzar, por considerar que no se podía incluir a una niña en un equipo masculino. El segundo antecedente, se dio mediante la sentencia T-212 de 2021, después de las manifestaciones de Gabriel Camargo, presidente del Deportes Tolima, quien, en rueda de prensa en el despacho del alcalde de Ibagué, afirmó, refiriéndose al fútbol femenino en el país: que el fútbol femenino no daba nada económicamente, que las mujeres eran más tomatragos que los hombres que “es un caldo de cultivo del lesbianismo tremendo”.
En este último fallo, la Corte impuso a la Dimayor (División mayor del fútbol colombiano) y a la Federación Colombiana de Fútbol la obligación de adoptar medidas pedagógicas, capacitaciones, programas y campañas periódicas de sensibilización frente a la igualdad de género y no discriminación en la práctica deportiva. De igual forma, instó a los Ministerios del Deporte y de Educación, así como a la Consejería para la Equidad de la Mujer para diseñar un programa sobre derechos humanos de las mujeres que incluyera la igualdad, no discriminación y eliminación de estereotipos que afecte o anule los derechos y las libertades fundamentales de las mujeres en los escenarios deportivos. Por último, ordenó al Congreso deberá revisar y actualizar la Ley del Deporte con el fin de incluir en ella garantías para la equidad de género, la no discriminación en razón del género en escenarios deportivos y la cero tolerancia con el acoso sexual en la práctica de los deportes.
Hasta el momento estas reformas siguen pendientes. Nos encontramos entonces ante un panorama en el cual las mujeres han tenido que luchar contra el machismo, la discriminación, el acoso sexual y laboral y la precariedad laboral. Seguirán siendo las luchas y las voces de las futbolistas las que continúen promoviendo cambios significativos en materia de equidad de género en el fútbol. Esto contrastado con la reciente celebración de la Copa América en Colombia en la que llenamos los estadios, vimos la transmisión de los partidos y seguimos de cerca los triunfos que nos dio la selección. El compromiso ahora es hacer seguimiento al cumplimiento de los fallos, acompañar las luchas de las futbolistas y promover la equidad en todos los deportes.
[1] Abogada con estudios de Maestría en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social y máster en Estudios Avanzados en Seguridad Social. Candidata a doctora en Derecho por la Universidad de los Andes..