
Durante mucho tiempo se ha asumido que los sistemas tributarios son neutrales, es decir, que afectan por igual a todas las personas, sin importar su género. Esta idea ha servido de base para muchas discusiones sobre política fiscal[1]. Sin embargo, diversos estudios y experiencias muestran que esta supuesta neutralidad es más una ficción técnica que una realidad. Analizar la tributación desde un enfoque de género permite revelar desigualdades estructurales que suelen pasar inadvertidas en el debate público. Lo que a primera vista parece un sistema uniforme, en la práctica puede reproducir y profundizar brechas históricas[2].
En teoría, la neutralidad implica que las normas tributarias no generan ventajas ni desventajas para ningún grupo social. Bajo este ideal, los impuestos deberían aplicarse de forma equitativa, sin importar el género, la clase social o cualquier otra condición.
Pero al observar cómo opera el sistema en la vida real, queda claro que los impuestos no afectan por igual a todas las personas. Si no se tienen en cuenta las desigualdades preexistentes —como la brecha salarial, la distribución del trabajo de cuidado o el acceso desigual a la riqueza—, las políticas tributarias pueden terminar amplificando las inequidades de género en lugar de reducirlas[3].
Datos que evidencian brechas de género en Colombia
- Diferencias salariales: La diferencia de ingresos entre hombres y mujeres influye directamente en cómo se distribuye la carga tributaria. Las mujeres pagan menos impuestos directos[4] porque ganan menos, las cifras, de las declaraciones de renta, de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN)[5] lo confirman:
- En 2021, entre el 5 % de personas con mayores ingresos laborales, 54 % eran hombres y 46 % mujeres.
- En el 1 % de mayores ingresos, solo 37 % eran mujeres.
- En el top 0,1 % de mayore ingresos la participación femenina cae al 25 %, y en el top 0,01 % al 20 %.
- Entre las casi 4.000 personas con mayores ingresos laborales del país, apenas 740 son mujeres.
Bajo este panorama, la desigualdad en ingresos y riqueza en Colombia tiene una marcada dimensión de género. Las mujeres están sobrerrepresentadas entre los hogares más pobres y subrepresentadas entre los más ricos, lo cual impacta directamente en su posición dentro del sistema tributario y en su capacidad contributiva.
- Impuestos al consumo: En Colombia, las mujeres destinan una mayor proporción de sus ingresos a bienes esenciales y servicios relacionados con el cuidado del hogar. Esto las hace más vulnerables a los impuestos indirectos, como el IVA.
Mientras que para las mujeres de menores ingresos el IVA puede representar más del 6 % del gasto, para las mujeres con mayores ingresos esta carga se reduce a cerca del 3 %. En otras palabras: el IVA pesa más sobre los hogares que menos tienen, donde las mujeres suelen ser mayoría[6]
- Beneficios tributarios que amplían la desigualdad: De acuerdo con un informe de Oxfam[7] los multimillonarios colombianos pagan proporcionalmente menos impuestos que los hogares más pobres.
- Una persona del 1 % más rico paga alrededor de 17 centavos en impuestos por cada dólar que gana.
- Una persona del 50 % más pobre paga 21,1 centavos por cada dólar.
Estas diferencias evidencian que los beneficios tributarios y exenciones favorecen de manera desproporcionada a los sectores de mayores ingresos, entre los cuales predominan los hombres.
- Desequilibrio en trabajos de cuidado no remunerado: Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en Colombia, la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado recae sobre las mujeres. Prácticamente 9 de cada 10 mujeres asumen estas labores, frente a un poco más de dos tercios de los hombres. Pero las diferencias no son solo de participación, sino también de tiempo: mientras los hombres dedican en promedio 3 horas y 25 minutos diarios a estas tareas, las mujeres destinan más del doble, alrededor de 7 horas y 14 minutos cada día.
Como resultado, casi la mitad del tiempo de trabajo total de las mujeres (49%) corresponde a actividades no remuneradas, en contraste con el 27 % en el caso de los hombres. Esta desigual distribución no solo evidencia una brecha de género profunda, sino que también muestra cómo el trabajo de cuidado no remunerado recae sobre las mujeres.
En conjunto, estas cifras muestran que existen profundas brechas tanto en la generación de ingresos como en la forma en que se distribuye la carga tributaria. El género, por tanto, sí importa —y mucho— a la hora de diseñar y evaluar la política fiscal. Reconocer y desmantelar la idea de una supuesta neutralidad es un paso imprescindible para construir políticas que tomen en cuenta las desigualdades estructurales, valoren el trabajo de cuidados y promuevan una distribución más justa de los impuestos y de la riqueza en el país.
¿Cómo avanzar hacia una tributación más justa y equitativa?
Para construir un sistema fiscal que contribuya a cerrar brechas en lugar de ampliarlas, es necesario integrar el enfoque de género en todas las etapas de diseño y evaluación de la política. Algunas medidas clave incluyen:
- Analizar los efectos diferenciados que cada impuesto tiene sobre hombres y mujeres.
- Revisar exenciones, deducciones y beneficios tributarios para reconocer el trabajo de cuidados y disminuir la brecha fiscal.
- Fortalecer medidas como la devolución del IVA para proteger y mejorar la capacidad de consumo de los hogares más pobres y vulnerables.
- Promover la transparencia y la participación de las mujeres en los espacios de decisión fiscal.
En definitiva, la idea de que los impuestos son neutrales es un mito que oculta desigualdades profundas. Reconocer que los sistemas tributarios afectan de manera distinta a mujeres y hombres es un paso imprescindible para avanzar hacia una verdadera justicia fiscal[8]. Solo al visibilizar estas brechas podremos transformar nuestras políticas tributarias y construir sociedades más equitativas e inclusivas.
* Economista y contadora, con una maestría en Economía. Su trayectoria profesional se centra en la investigación y el análisis de finanzas públicas, políticas públicas y poblaciones vulnerables. Actualmente, se desempeña como investigadora principal en la Línea de Justicia Fiscal de Dejusticia.
[1] La política fiscal se refiere a las decisiones de los gobiernos para generar ingresos y administrar los recursos disponibles.
[2] Grown, C., & Valodia, I. (2010). Taxation and Gender Equity: A Comparative Analysis of Direct and Indirect Taxes in Developing and Developed Countries. Routledge.
[3] Coelho, M., Davis, A., Klemm, A., & Osorio-Buitron, C. (2024). Gendered taxes: the interaction of tax policy with gender equality. International Tax and Public Finance, 31(5), 1413-1460.
[4] Son aquellos impuestos que recaen sobre el consumo de bienes y servicios de los contribuyentes.
[5] DIAN. (2024). Estadísticas de ingreso y riqueza en clave de género: un zoom en las personas más ricas de Colombia. Recuperado de https://www.dian.gov.co/dian/cifras/Informesespeciales/02-Estadisticas-de-Ingreso-y-Riqueza-en-Clave-de-Genero-PLURAL.pdf
[6] Observatorio Fiscal de la Pontificia Universidad Javeriana. (2024). Informe ¿Tributan por igual las mujeres y los hombres en Colombia?
[7] Oxfam Colombia (2025). Informe sobre desigualdad en Colombia. Recuperado de: https://www.oxfamcolombia.org/econonuestra-informe-sobre-desigualdad-en-colombia/#:~:text=Colombia%20enfrenta%20una%20significativa%20desigualdad,50%25%20de%20poblaci%C3%B3n%20m%C3%A1s%20pobre.
[8] Coelho, M., Davis, A., Klemm, A., & Osorio-Buitron, C. (2024). Gendered taxes: the interaction of tax policy with gender equality. International Tax and Public Finance, 31(5), 1413-1460.





